Conocimos GyP cuando adoptamos a la Pirca que venía de vivir en la cordillera y estaba más cercana a ser un lobo que un perro (le decimos Pirca Loba); le venía bien tener un intensivo de habilidades sociales con otros perros. La primera en abrirnos el corazón fue Fucsia: una perro-señora, gorda, cariñosa, bien portada, que venía sin dientes y con problemas al corazón, y que hizo muy buenas migas con Pirca y Delia (nuestra primogénita perruna). Estaban como para fundar un club de tejido las tres. Sentimos su ausencia cuando se fue, pero fue llenada por Salina, una chica patuda, inteligente, hermosa, que se ganó su lugar en toda nuestra familia. También tuvimos a una mamá con su cachorra (Nuez y Avellana), y la casa estuvo llena de visitas que llegaban necesitadas de cachorroterapia. Actualmente Piriápolis llena todos los espacios. Llego recién operada de una fractura, con otitis y un ojo medio cegatón, pero con una felicidad que nunca antes habíamos visto. Tan maltratada por la vida, y TAN feliz. Ya casi no cojea y está más rica que nunca. En definitiva, ha sido muy emocionante ver la capacidad de recuperación y adaptación que tienen los rescatados, que con un poco de amor tiran para arriba con todo y retribuyen de la misma manera. Nota: Después de todo esto, la Pirca (ex loba) es casi la más sociable y popular del vecindario.- Fran y Jorge
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